jueves, 24 de octubre de 2013

Introducción


Chicos este blog es para informarles sobre la guerra entre los países de Bolivia- Chile en 1879, y lo mucho que perjudico al Perú, ademas en este blog pueden comentar, dar sus opiniones, sugerencias, referido al tema . Esperamos que sea de su agrado.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Conflictos entre Chile y Bolivia





Ilusiones fundadas en el tratado de 1874.
Desde la organización del país, se sostuvo que la frontera norte del  territorio chilero era el desierto de Atacama, una imprecisión que propiciaba diferentes interpretaciones respecto de hasta donde llegaba la soberanía ejercida por Chile en la zona y, por ende, el límite con Bolivia. El gobierno afirmaba por entonces que Chile dominaba hasta el paralelo 23, mientras que Bolivia ratificaba su soberanía hasta el paralelo 25, lo que generaba controversias entre ambas naciones.

En 1866, bajo la presidencia de José Joaquín Pérez y del general Mariano Melgarejo, en Chile y Bolivia, respectivamente, se intentó resolver las diferencias limítrofes a través de un tratado que fijó la frontera de ambos países en el paralelo 24. Además, el acuerdo señalaba que las ganancias obtenidas por la producción salitrera y guanera entre los paralelos 23 y 25 serían repartidas en partes iguales entre las dos naciones.

Sin embargo, chile nunca recibió las mencionadas ganancias, por lo que se hizo necesaria una nueva ronda de gestiones diplomáticas.

Las conversaciones llegaron a buen término en 1874, año en que se anuló el acuerdo anterior, manteniéndose como límite el paralelo 24, pero sin repartición de ganancias y con la renuncia absoluta de ambos países a las aspiraciones territoriales más allá del paralelo establecido. Además, se determinó en el acuerdo que por un plazo de 25 años Bolivia se comprometía a no fijar nuevos impuestos sobre las empresas y personas chilenas que explotaban las riquezas minerales en la región.

Daza asume el poder en Bolivia. Agravación de los abusos de las autoridades bolivianas del litoral.
En marzo de 1876, el general Hilarión Daza, ministro de la Guerra del presidente Frías, lo depuso y asumió el mando de Bolivia. Oriundo de Sucre, había ingresado joven al ejército; tenía una larga hoja de servicios escrita en los cuartelazos y revueltas de su patria. Instrumento de Melgarejo, más tarde lo había traicionado.

“Daza – dice Arguedas – era grande, bien musculado y de una fuerza hercúlea. De temperamento ardiente, glotón, sensual y libre de todo escrúpulo moral, le atraían la vida fácil y los placeres groseros.”


Se generaliza en el pueblo chileno el odio hacia Bolivia.
Pero el mayor peligro de las vejaciones y abusos de las autoridades bolivianas no estaba en los tumultos que provocaban, ni en el levantamiento general que por tres veces estuvo a punto de estallar, sino en sus repercusiones en el corazón del pueblo chileno.
Daza rompe el tratado de 1874.

A pesar de la actitud de la prensa y del grueso de la opinión pública, el presidente Pinto estaba resuelto a evitar a todo trance la guerra con Bolivia. Los gobiernos duraban poco en el Altiplano, y Pinto esperaba confiadamente que el advenimiento de un mandatario sensato y recto permitiera poner término a los abusos de las autoridades bolivianas en el litoral, restableciendo la armonía entre los dos países, sobre la base del leal cumplimiento del tratado de 1874. “Nuestro gobierno se hacía sordo a nuestras justas quejas y nos dejaba abandonados a nuestra propia suerte”, escribía en 1880 el ex cónsul Enrique Villegas.

Pero, como lo presentían la prensa y la opinión pública, la debilidad, exteriorizada por el gobierno chileno, en vez de evitar la guerra, la precipito. Daza tomo la actitud de Pinto como manifestación de temor a verse envuelto en guerra, a la vez, con Argentina, Bolivia y Perú, y resolvió aprovechar la oportunidad para recuperar las salitreras concebidas a la Compañía de Antofagasta y poner término a la peligrosa expansión chilena en el litoral boliviano.


Los gobiernos de Chile y Bolivia invocan el arbitraje convenido en el pacto complementario de 1875.
Al mismo tiempo que el gobierno boliviano ordenaba ejecutar en Antofagasta a la Compañía de Salitres, su cancillería, en nota de 28 de diciembre de 1878, invocaba el arbitraje convenido en el pacto de 1875, complementario del tratado de 1874.

El gobierno chileno, por su lado, dirigió el 3 de enero de 1879 un oficio a su representante en La Paz, en el cual le ordenaba proponer el arbitraje pactado en el convenio de 1875, en la inteligencia de que, mientras el árbitro fallase, Bolivia suspendería la aplicación del derecho sobre el salitre y sus procedimientos contra la compañía.


Dualidad de criterio dentro del gobierno chileno.
La actitud del gobierno chileno frente a la ruptura del tratado de 1874 por Bolivia, se resintió de una dualidad que se prolongó hasta la declaración de guerra al Perú.

El presidente Pinto era pacifista, él estaba dispuesto a eludir las provocaciones de Daza en el terreno económico con la misma paciencia que había gastado enfrente de las arbitrariedades y vejaciones contra la población chilena del litoral.

La orientación opuesta estaba encabezada por el ministro del Interior, Belisario Prats, que ante una enérgica actitud, reforzada por la voluntad guerrera del pueblo chileno, se impuso a sus colegas, y arrastro al presidente Pinto a asumir una actitud enérgica, que iba a culminar con la ocupación de Antofagasta y la guerra contra Bolivia y Perú.

Transgresión y enfrentamiento.
Los años que siguieron al acuerdo fueron bastante vertiginosos para las naciones vecinas. Mientras nuestro país salía airoso de los vaivenes económicos que enfrentó hasta 1878 y gozaba de una estabilidad política envidiable, Perú y Bolivia vivían importantes cambios políticos. En 1876, en Perú, se eligió como presidente a Mariano Ignacio Prado mientras que, en Bolivia, se inició el gobierno de Hilarión Daza.

Ambos gobiernos implementaron una serie de medidas para contrarrestar la crisis económica que los afectaba, entre las que se incluyó, por parte de Bolivia, una ley que aumentaba en diez centavos por quintal de salitre, los impuestos a las empresas chilenas situadas en la zona de exención. Esto significaba una clara violación al acuerdo establecido en 1874, por lo que no se hizo esperar la voz de alerta de los empresarios chilenos, quienes desconocieron la nueva normativa y se negaron a pagar, desencadenando una serie de hechos sin retorno.
La molestia del gobierno boliviano fue tal que de inmediato ordenó el embargo y remate de las salitreras chilenas de la zona. Una medida arbitraria, ante la cual el presidente de nuestro país, Aníbal Pinto, reaccionó resolviendo la toma de la ciudad de Antofagasta, el mismo día fijado para el remate, un 14 de febrero de 1879. Con el paso de los días, la Escuadra nacional alcanzaría hasta la altura del río Loa, dominando casi la totalidad del litoral boliviano.

Bolivia declara la guerra a Chile. Ocupación de Calama.
Con la ocupación de la zona del litoral comprendida entre los grados 23 y 24, Chile había entendido reivindicar un territorio que estimaba suyo antes de 1866, y que había cedido a Bolivia en transacción no respetada por este país. Al ordenar a Videla que cortara las relaciones con Bolivia, la cancillería chilena había cuidado de recomendar a su representante que definiera el alcance jurídico del paso que se veía obligada a dar en resguardo de la dignidad y de los intereses nacionales. Cumpliendo sus instrucciones, el diplomático chileno decía en su último nota al gobierno boliviano: “Roto el tratado de 6 de agosto de 1874, por que Bolivia no ha dado cumplimiento a las obligaciones en él estipuladas, renacen para Chile los derechos que legítimamente hacia valer antes del tratado de 1866 sobre el territorio a que ese tratado se refiere”.

El día 27 de febrero de 1879 se celebró un gran mitin en La Paz. Daza, dirigiéndose al pueblo desde los balcones del palacio de gobierno, le dijo: “El día 14 de los corrientes, dos vapores de guerra chilenos con 800 hombres de desembarco y apoyados por un considerable número de gentes depravadas por la miseria y el vicio, asesinos de cuchillo corvo, se han apoderado por sorpresa de nuestros indefensos puertos de Antofagasta y Mejillones”.

Daza no creyó necesario declarar la guerra. Pero el gobierno peruano, junto con decidirse a cumplir el pacto de 1873, exigió a Bolivia que declarase la guerra a Chile, a fin de impedir que se armara, durante los tres o cuatro meses que necesitaba el Perú para completar sus preparativos. Accediendo a los deseos del aliado, Daza la declaro el 1° de marzo de 1879. Posteriormente Perú le declararía la guerra a Chile el 4 de abril de 1879.

Reacción guerrera del pueblo chileno.
La ocupación de Antofagasta despertó la voluntad guerrera del pueblo chileno, que dormía desde los días lejanos del Paucarpata y de Yungay. El instinto popular, libre de la venda de los raciocinios y de las abstracciones jurídicas, diviso con clarividencia lo que estadistas y políticos sólo vieron después de producirse los acontecimientos: que la guerra era inevitable y que Chile tendría que pelear contra el Perú y Bolivia unidos.